
Pero la escogí pensando que se trataba de una novela, y aunque en teoría lo es, si me preguntan a mí, diría que es una especie de ensayo novelado, por cierto infumable, cargado de erudición y florituras lingüísticas, al servicio de una fe.
La autora, Eliette Abecassis, cuenta que para ésta su primera novela se inspiró en “El nombre de la rosa”, de Umberto Eco; y, si bien ese libro me ha parecido siempre una verdadera obra de arte indispensable, Umberto Eco me resulta insoportable y soporífero en cualquier de sus otras obras, por lo que bien pudiera ser cierto que se inspiró en él.
Con montones y montones de hojarasca de relleno, Abecassis intenta situarnos en una trama de misterio que hile una supuesta investigación científica alrededor del hallazgo de estos manuscritos. Digo supuesta no porque no crea que se investigaran según el modo científico en la realidad, sino porque dudo de lo que ella expone en este libro. Pero a esto no debéis darle mayor importancia, y sí tomarlo como una opinión intrascendente y muy personal, porque ya conocéis mi manifiesta incultura, y por supuesto no poseo datos para argumentar mis dudas.
En resumen, después de 411 páginas y realizando un esfuerzo sobrehumano para no perder la concentración (algo que no siempre he logrado), he sacado en conclusión que Eliette Abecassis es un pozo de sabiduría… y poco más. Sabiendo lo que sé ahora, no la leería; pero eso es mucho decir, porque lo cierto es que prefiero decir que no la leería que no haberla leído.
No hay comentarios:
Publicar un comentario