Marbenes

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Ésta soy yo, tenía un mal día...

La máscara maya, Juan Martorell

Juan Martorell nos cuenta una historia sobre la antigua civilización maya. Para traérnosla se sirve de Nicole Pascal, un personaje que al parecer ya le rindió buenos beneficios en una novela anterior, Satanael, que desconozco. Al estilo de otras muchas novelas de este tipo fluctúa intermitentemente entre el pasado, allá por el año 600 de nuestra era, y la actualidad.

Nicole, que es conservadora de Arte Antiguo en el Museo del Louvre además de trabajar como colaboradora en un programa televisivo sobre arqueología, y está considerada como una experta en jeroglíficos es reclamada para investigar la aparición de unos restos mayas que se han encontrado en un sorprendente buen estado de conservación en medio de unas ruinas con las que el desgaste no ha sido tan benévolo.

Durante la investigación ella y el equipo que la acompaña se dan cuenta que esos jeroglíficos son pistas que revelan el camino para encontrar uno de los mayores tesoros de la antigüedad: la máscara de jade. Según la leyenda, este objeto acumula todo el saber de los dioses mayas.

Intercalada en esta historia actual, y bien entrelazada con ella, nos cuenta la de varios pueblos situados en la zona norte de la actual Guatemala, que serán los que lucharán por el poder de la máscara y la esconderán a la espera de que lleguen tiempos mejores.

La novela es trepidante, está muy bien contada y, pese a que se vale lógicamente de ciertos recursos muy trillados en este tipo de libros, resulta hasta cierto punto creíble. Cierto es que llega un momento en que desbarra, porque a ver si no cómo iba a darle un final espectacular tipo Indiana Jones; pero de eso se trata al fin y al cabo, de saber que estamos leyendo una novela de ficción salpicada de hechos históricos.

Los personajes actuales y sus roles también son manidos, claro, porque ya está todo inventado; sin embargo, los de la antigua civilización maya están muy logrados y se detecta un interesante trabajo de investigación detrás de sus perfiles. El argumento, como vengo diciendo, por los mismos motivos, no es original que digamos, pero en lo que sí acierta es en la forma de exponerlo que, a mí personalmente, me ha gustado.

De ritmo ágil y entretenido, consigue que el interés no decaiga hasta el final. Y, si bien es cierto que las partes que se desarrollan en la actualidad no están mal, eran las referentes a la antigüedad las que yo esperaba con mayor celo. El final es lo peor porque como ya digo es del tipo apoteósico-mítico-ficticio, pero tampoco es malo volver por un momento a la juventud y poner en funcionamiento la imaginación.

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