Marbenes

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Ésta soy yo, tenía un mal día...

El último Rey, de Michael Curtis Ford

La compré con pocas expectativas, motivada por su título, su precio, y la lectura de su sinopsis, que me convencieron de que resultaría cuanto menos entretenida y de que poco perdería si no era así. Sin embargo, debo reconocer que me ha gustado, y si no digo que me ha gustado bastante es porque se explaya en detalles de la planificación y ejecución de batallas y estrategias militares que para mí carecen de interés, pero que sé que son importantes para muchos amantes del género, y porque los personajes son, para mi gusto, algo flojos y muy novelescos, superficiales en su mayoría.

El libro comienza relatando la carga del ejército comandado por el rey “Antíoco IV Epifanes, Rey de Reyes y Hermano de los Planetas, descendiente de Darío el Grande, heredero del vasto imperio seleúcida y monarca de Armenia Menor y Mayor”, abuelo del último rey del Ponto, Mitrídates VI El Grande, protagonista de esta novela, a la ciudad de Alejandría. Dicho ataque fue frenado por tres, he dicho bien, sí, tres romanos –uno de ellos el cónsul romano Cayo Popilio Laenas-, haciendo que éste volviera a sus tierras, no sólo derrotado sino también humillado, propiciando en él mismo y sus descendientes el inicio de un profundo odio hacia Roma.

La novela nos cuenta la historia del rey Mitrídates, desde su niñez, cuando queda huérfano de padre al ser éste asesinado por su esposa, su ambiciosa y homicida madre, hasta su destronamiento, llevado a cabo por su leal hijo bastardo, el futuro rey Farnaces. Es éste quien nos narra en primera persona la historia de su padre y la suya misma, sin disimular un desmesurado sentimiento de orgullo hacia su padre no exento, sin embargo, de admiración por el bando contrario, y nos revela que este rey fue el único capaz de enfrentarse a la omnipotente Roma y crearle dificultades durante muchos años, hasta el punto que su muerte fue festejada en el senado y las calles de la ciudad más poderosa del mundo en aquella época. Con pena y desesperación cargada de frustración, nos cuenta que dada la ambición descomedida de la familia real del Ponto, pese a todos los años dedicados a su leal servicio, su padre nunca dejó de desconfiar de él y de sus intenciones.

A lo largo de sus páginas se sucede la aparición de grandes generales romanos, Sila, Luculo y Pompeyo, que vencieron al ejército del rey Mitrídates o fueron vencidos por éste en diferentes ocasiones. El personaje de Farnaces, gran estratega y entrenado en el arte de la guerra desde niño, analiza las tácticas de su padre y sus generales, así como las del ejército romano, detectando los puntos flacos y los fuertes de ambos. Dándose cuenta padre e hijo de que si no puedes con tu enemigo debes unirte a él, deciden adoptar las tácticas romanas para lo que no dudan en contratar a un general y mucha soldada de entre las tropas rebeldes de Roma, constituyendo un formidable y temible ejército.

Los personajes, como he dicho, me resultan un poco insulsos, presentados desde un punto de vista en exceso “romántico”. El carácter del rey, retratado desde la presunción de lo que pudo ser en base a lo poco que se sabe de él, ya que la historia la escriben los vencedores, nos presenta un personaje soberbio, justo y cruel al mismo tiempo, inteligente y astuto, buen político y mejor militar, respetado y admirado por su pueblo, fuerte y valiente como pocos, y siempre alerta ante posibles y probables conspiraciones, que reinó y luchó con arrojo y bravura, sin desfallecer nunca, impulsado por un deseo infatigable de conseguir la unificación de los territorios helenísticos y la restauración del esplendor de la antigua Grecia. Un personaje que combina en sí mismo las culturas persa y griega, y que manejaba infinidad de lenguas y dialectos. En definitiva, como todos en los que se explaya, un personaje de novela.

Farnaces se presenta como un fiel e incondicional seguidor de su padre, libre de la ambición de reinar ya que su papel como hijo de una concubina le excluía, en principio, de la sucesión al trono, que finalmente se ve impelido por las circunstancias a destronar a su padre y asumir el reinado, pero no sin sentir remordimiento y grandes dudas por ello hasta el fin de sus días.

Las mujeres, con excepción de una de las amantes del rey ya en su edad más longeva, una luchadora formidable y feroz, son tratadas de forma superficial y en general salen mal paradas, mostradas como personajes ambiciosos, caprichosos, crueles e interesados, incapaces de sentir afecto más que por sí mismas, y capaces de asesinar incluso a sus propios hijos con tal de asumir y controlar el poder.

El hijo legítimo del rey, Makarios, con un papel secundario en la novela, nos es presentado como un estudioso, una persona gris, más interesado en reinar cómodamente sobre un modesto pueblo que en luchar por la expansión de sus dominios o por conseguir la independencia de la dominación de Roma, y mas dispuesto a enfrentarse y traicionar a su padre que al poder romano.

Se trata, en suma, de una novela entretenida y bien contada, por un autor que evidentemente tiene un gran conocimiento del tema, con un estilo sencillo y un ritmo ágil, que nos enseña un poco más sobre la historia de los vencidos, de los que siempre se habla menos.

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