Marbenes

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Ésta soy yo, tenía un mal día...

La promesa del Ángel, de Fréderic Lenoir y Violette Cabesos

Nos cuenta la historia de una arqueóloga treintañera, Johanna, que está algo obsesionada con las piedras desde que era niña, a cuenta de un sueño que tuvo a la tierna edad de 8 años durante una visita al Monte San Miguel, en Normandía. En este sueño se le aparecía, tras la horrible visión de un crimen, un monje sin cabeza que le decía: “Ad accedendum ad caelum, terram fodere opportet” (Hay que cavar la tierra, para acceder al cielo). Dicho sueño se repite exactamente igual, excepto en que el crimen previo a la visión del monje decapitado es diferente esta vez, ya a la edad adulta cuando su amante, un hombre casado y directivo de Monumentos Históricos, la lleva a pasar un fin de semana romántico al Monte. Y aún vuelve a atormentarla una tercera vez, con ocasión de una visita a un lugar relacionado con el monte, durante un viaje realizado con una amiga, también con una diferencia: el crimen anterior a la aparición del monje descabezado es distinto de los otros dos que ya ha visto.

En el momento narrado en la novela se encuentra excavando en la abadía de Cluny, en busca de la tumba de Hugo de Sémur, cuando se le presenta la oportunidad, a través de su amante, de regresar al Monte San Miguel, pero esta vez en virtud de jefe de una expedición de arqueología. Estando allí, en el apartado que le hubiera tocado excavar a ella de haber permanecido en su puesto, su antiguo jefe encuentra una carta manuscrita por un tal Fray Román (a quien el lector ya conoce), dirigida al abad de Cluny, Odilón, en la que le explica una trágica historia de amor y desencuentro acaecida en la abadía del Monte, le agradece que le acogieran cuarenta años atrás en esta abadía sin hacer preguntas, y le ruega le disculpe por tener que partir hacia allí sin despedirse. Inmediatamente la manda llamar para compartir el descubrimiento, circunstancia que ella aprovecha para solicitar poder excavar en la capilla de la Virgen Soterraña, en el Monte.

En este momento de la historia ella ya está completamente obsesionada con el monje decapitado, al que relaciona inconscientemente con fray Román, y su frase en latín. Durante su estancia en el Monte como jefe de la expedición ha conocido a personajes variopintos e interesantes, entre los que destaca un tal Simon, que tendrá un papel importante en el desarrollo de la novela, de quien se enamora y con quien comienza una relación. Sin embargo, no por esto deja de verse con su amante, François, cuya relación le conviene para sus intereses profesionales.

Entre tanto, alternando dos historias y dos épocas, conocemos a Moira y a fray Román, sus historias personales, su historia compartida, y a muchos otros personajes del siglo XI relacionados con el Monte y la abadía. Celtas, vikingos, monjes cristianos, druidas, todos tienen cabida en estas páginas. En el pasado y en el presente, los crímenes se suceden misteriosamente.

Normalmente el autor, y en este caso los autores, han conseguido dar a luz una novela decente. No es histórica y tampoco es de intriga, pero habla de historia y se basa en ella para su argumento, y mantiene un cierto misterio. No decepciona, aunque tampoco sorprende. Con un final bastante previsible, so pena que la protagonista, de haber sido éste diferente, estuviese como una cabra, no hay tensión ni suspense, sino una historia que se deja leer, que no es poco teniendo en cuenta el tema.

Los personajes, bien perfilados a priori, y de los que se podría haber sacado mucho más jugo, se van poco a poco desdibujando; la protagonista llega incluso a caer mal por soberbia, caprichosa, ambiciosa y egoísta. En suma, están desaprovechados.

Los saltos en el tiempo, intercalando los siglos XI y XXI, dan buen ritmo a la novela. Ésta se hace un poco pesada en ocasiones, sobre todo en los capítulos de la edad moderna, y he de reconocer que he hecho uso, incluso abuso, de la lectura rápida en varios momentos con la intención de no abandonarla por aburrimiento.

Fréderic Lenoir es filósofo, sociólogo y experto en religiones, trabaja como colaborador en el “Centro de estudios interdisciplinario de Hechos Religiosos”, y participó en la dirección y redacción de la “Enciclopedia de las religiones”. Violette Cabesos, sin embargo, al parecer es bastante novel pues por más que he buscado no he encontrado documentación en castellano sobre ella, apenas unas cuantas páginas, y únicamente en francés, en las que me ha parecido leer que es una apasionada de la historia y la música, que ha escrito una o dos novelas antes de ésta, que tiene 33 años y que vive en París; no obstante, ya se sabe que cuanto más nuevo es uno, más interés pone en hacer las cosas bien.

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