Marbenes

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Ésta soy yo, tenía un mal día...

Concierto para instrumentos desafinados, de Juan Antonio Vallejo-Nágera

Al comenzar a leer este libro tuve un curioso déjà-vu, al principio, porque lo cierto es que pensé si no sería en cierto modo un plagio de uno de mis libros favoritos: “Los renglones torcidos de Dios”, de Torcuato Luca de Tena. Es lo que tienen los favoritos, que el beneficio de la duda siempre les favorece de primeras.

Comenzaba el primer capítulo contando un caso clínico muy similar al sufrido por uno de los personajes de la novela comentada, en el segundo más de lo mismo y en el tercero, en la misma línea, ¡zas!, el propio autor menciona la genial novela de Torcuato... en tono casi, casi peyorativo. ¡Ja!, te pillé, la novela de Luca de Tena es del 79 y la tuya del 80, pensé maliciosamente.

Pero lo cierto es que ahora ya no lo creo. Quizá le diera la idea, no digo que no, y tal vez las enfermedades descritas por “Los renglones...” sean las más “curiosas” por lo que no le quedó más remedio que adoptarlas también, pero la perspectiva de Vallejo-Nágera es más clínica, más técnica y nada novelesca; vamos, que no es novela, aunque tampoco es ensayo ni son biografías, sino disecciones de recovecos de la vida de algunos pacientes del sanatorio mental que dirigía.

Es una especie de resumen, o anotaciones de diario, de sus propias vivencias como psiquiatra y director de un “manicomio” contadas desde un punto de vista muy humano y enternecedor, muy crítico con el sistema, y muy aleccionador.

Los personajes, tal vez por ser personas (aunque los nombres evidentemente han sido cambiados), no tienen artificio ni doblez y están perfectamente estructurados dentro de su penosa desustructuración mental. No está escrito para dar pena, da pena que los fallos de la naturaleza hagan que tenga que estar escrito. No busca la conmiseración sino la solidaridad, la comprensión, la bonita pretensión de crear la necesidad de ayudar al prójimo por mucho que nos pueda llegar a repugnar, el entendimiento de que todos los “cuerdos” estamos expuestos a volvernos “locos”. Crea una maravillosa esperanza en la bondad del ser humano, de que quizá sea cierto que somos buenos en esencia, y muestra la belleza del amor en su estado más puro, cuando está desligado del intelecto activo y consciente. Se lee de un tirón, es divertido a veces y terriblemente triste otras, pero en conjunto ejemplar y recomendable.

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Colección Fábula
© Juan Antonio Vallejo-Nágera, 1980
© Editorial Planeta, S.A., 1995
Depósito legal: B.9.572-1995
ISBN: 84-320-4644-2

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