
Anton le escribe solicitándole que le reciba, y ella accede. Cuando se produce el encuentro, entre él y Sofonisba, que es ya nonagenaria y está prácticamente ciega, se produce una espontánea corriente de simpatía que va creciendo hacia el afecto con las frecuentes visitas de éste a la anciana.
A lo largo de las entrevistas que mantienen ella le cuenta los episodios que va recordando de su vida; cómo y por qué dejó su casa y a su familia para irse a la corte española de Felipe II como dama de Isabel de Valois primero, y como educadora de sus hijos tras la muerte de la reina; los personajes famosos que conoció, como el genial Miguel Ángel; los pedidos que recibió, como un autorretrato que le solicitó el Papa Pío IV; las traiciones y trampas que sufrió. Responde a todas sus preguntas y le narra todo aquello que recuerda, excepto un secreto que ha guardado durante años, desde 1564.
El autor, descendiente de Lorenzo “El Magnífico”, es licenciado en Economía y diplomado en Arte además de escritor, y dirige una empresa dedicada a comercializar la imagen y la marca de Médici en productos exclusivos. Habla seis idiomas, nació en Milán y ha vivido en Sudamérica, EEUU y varios países europeos; actualmente vive en Barcelona. Hasta ahora ha publicado seis libros.
La novela es fácil de leer, con un lenguaje sencillo, y un ritmo ágil y ameno que no decae. La trama no es que sea la leche, pero consigue que el lector continúe interesado hasta el final. Los personajes están bien retratados y su evolución, al menos la de los actores principales, es satisfactoria. Y, en general, la puesta en escena demuestra un buen conocimiento de la época por parte del autor.
Al precio que yo lo encontré, 6€, merece la pena leerlo.
Gracias por el comentario, Marbenes. La intencion es siempre de entretener el lector, sin mas pretenciones y por lo que leo, lo he conseguido.
ResponderEliminarUn abrazo
Lorenzo de' Medici
Hola Lorenzo, vaya esto siempre es un corte.
ResponderEliminarEs como decirle a un padre que su hijo, sin ser feo, tampoco es guapo. Claro que, como por ver al hijo de alguien no hay que pagar, y tampoco se "pierde" el tiempo si no te gusta lo que ves, lo normal es no ser sincero en esos casos. Sin embargo, en la crítica de un libro hay que ser lo más sincero posible, aún a sabiendas de que si llega a manos del "padre/madre" le dolerá una mala crítica, e incluso una regular.
En cualquier caso, como decía el inteligentísimo Groucho, cualquier comentario, bueno o malo, es publicidad.
Un abrazo