Marbenes

Marbenes
Ésta soy yo, tenía un mal día...

El origen perdido, de Matilde Asensi

Es la tercera novela que leo de esta autora, que ha escrito un total de seis: “El salón de ámbar” (1999), que no tengo el gusto –o disgusto según parece por las reseñas existentes- de haber leído, “Iacobus” (2000) que dejó poco recuerdo en mí tras leerla, “El último catón” ( 2001) que me pareció entretenida y algo ingenua y repetitiva, pero competía con “El código Da Vinci” que me leí por la misma época y, claro, ganó, “El origen perdido” (2003), "Peregrinatio" (2004) que creo que va sobre el Camino de Santiago y las críticas que he leído no la dejan en muy buen lugar, "Todo bajo el cielo" (2006) que tampoco he leído, y "Tierra firme" (2007) que también desconozco aún.

Daniel (acentuando la primera sílaba porque en su familia lo pronuncian a la inglesa, pero cuyo nombre se eligió precisamente porque se escribía igual en inglés que en castellano) sufre, de la noche a la mañana, en el transcurso de una investigación dos curiosas enfermedades mentales: se cree muerto y no reconoce nada ni a nadie. Esto le ha ocurrido debido a una maldición lingüística aymara y no tiene cura por los medios tradicionales; la cura hay que ir a buscarla a Bolivia, necesitando para ello dar con el primitivo (y desaparecido) pueblo que la ideó. Lo más curioso es que los protagonistas llegan a estas asombrosas conclusiones en apenas unos días, y sin saber nada al respecto poco antes de comenzar a informarse. Éstos son el hermano de Daniel, Arnau, y dos de sus empleados y únicos amigos; los tres son piratas informáticos. En el proceso de la búsqueda se irán uniendo otros personajes como la catedrática que ostenta el cargo de jefa de Daniel y algunos amigos de ésta. Aparecen también brevemente en la historia la mujer y el padre de Daniel, y la madre y la abuela de éste y de Arnau. Hay, asimismo, otros diversos figurantes que intervienen como de soslayo en la trama.

Como las demás que he leído de ella, pasará a mi estantería de “leídos para no repetir”, sin pena ni gloria; entretenida a ratos, si llego a saber antes de empezar lo que me iba a encontrar hubiera ocupado mi tiempo y mi dinero en algo más productivo. Hay varios puntos por los que no me gusta, hasta ahora, la obra de Matilde Asensi. Es repetitiva, pretende ser didáctica y le queda grande, presenta misterios supuestamente insondables que luego una panda de legos en la materia solucionan “en dos patadas” con ayuda de Internet que está al alcance de cualquiera, intenta mostrarnos como grandes descubrimientos hechos que son prácticamente cotidianos, se inventa hechos y encima los intenta basar en aparentes argumentaciones en vez de dejarlos como ficción, los personajes no evolucionan y son pobres y sombríos, los finales son aburridos y presumibles, y no deja nada a la imaginación del lector pareciendo que escribiese para niños o para tontos. Le di otra oportunidad porque Iacobus y El último catón no me parecieron malos del todo (y porque en edición de bolsillo sale barata) y porque otras autoras periodistas han ido mejorando considerablemente con el tiempo (Julia Navarro), pero creo que no leeré El salón de ámbar.

Para no perder su costumbre, en este libro hace lo mismo que en los otros dos que leí de ella. Nos presenta el nudo argumental, el misterio y los medios para conseguir la solución del misterio en un pis-pas; desde el principio sabes el porqué de todo, qué va a pasar y cómo (mucho misterio para nada). El misterio en sí, que lleva años siendo objeto de estudio para investigadores profesionales, lo resuelven sin mayores problemas unos profanos sin más armas que Internet. Presenta como grandes revelaciones conseguidas por sus protagonistas hechos que son de sobra conocidos o, en su caso, fácilmente conocibles por quien quiera aproximarse al tema. La parte de ficción, en vez de presentarla como tal, pretende demostrarla con supuestas argumentaciones válidas, tirando por tierra para conseguirlo, de paso, todas las teorías serias existentes. Me resulta ingenua y repetitiva hasta la saciedad (ningún pirata informático se presenta a sí mismo como tal, por ejemplo, tampoco se sorprendería ninguno por encontrarse con una clave complicada para acceder a un ordenador en el que se guarda un importante trabajo de investigación, y los apodos elegidos para los protagonistas ya son para mondarse). Los personajes principales están muy poco desarrollados; se les presupone una inteligencia aguda y luego se sorprenden al conocer cosas que un crío de la ESO debería saber, o se estrellan en los diálogos, que si sorprenden por algo es por su vulgaridad y la ausencia de madurez; los secundarios, sin apenas definir y recayendo también en típicos tópicos, aparecen desdibujados y de pasada. Sus afirmaciones son siempre contundentes, aunque arrastren, al ser formuladas, siglos de saber, no dejando lugar para la lógica y sana duda.

Recurriendo a tópicos utilizados ampliamente por los americanos en sus películas y novelas, se acoge a la idea común de que las civilizaciones antiguas eran mucho mejores y estaban más preparadas y más avanzadas que las de los tiempos modernos que nos ha tocado vivir; así, la medicina tradicional de ahora no tiene nada que hacer frente al saber de chamanes e indígenas, las nuevas tecnologías son “moco de pavo” si las comparamos con los conocimientos de las tribus antiguas, nuestros lenguajes actuales cosa de niños con respecto al lenguaje de las civilizaciones anteriores. Por otra parte, también recurre a los estereotipos típicamente americanos a la hora de describir a sus personajes, que son taciturnos, solitarios, bordes, graciosillos y espesos pero poco profundos. ¿A que da igual en qué película veamos a Bruce Willis (excepto El Sexto Sentido), en todas interpreta al "mismo personaje"?, pues algo parecido sucede con los personajes de Matilde Asensi.

Y en cuanto a los misterios que nos cuenta, es como si yo llegara a casa diciendo a mi pareja: "No sabes a quién he visto hoy en la calle, es que no te lo vas a creer, me he quedado flipada, qué alucine, lo último que me esperaba, bla, bla, bla...", y cuando él, harto de escucharme e impaciente por saber quién pudiera ser ese personaje misterioso me instara a decírselo, yo le contestara: "¡A la vecina de enfrente!" Se quedaría de una pieza, con cara de pan de torta, ¿no?, pues más o menos es como te quedas cuando, después de tanto rollo, descubres que el misterio en cuestión no es menos cotidiano que eso. Y la solución que nos da al misterio planteado es aún mejor; siguiendo con los ejemplos, es algo así como si yo llegara a casa diciendo a mi pareja que, rebuscando en Internet en un ratillo libre que he tenido en el curro, he descubierto una cura para el cáncer. En fin, que a distinto nivel, pero sus protagonistas dejan a James Bond o a McGiver a la altura de una zapatilla.

Entre la cantidad de datos del principio lanzados un poco a batiburrillo para meter en el tema al lector, la poca relevancia de los protagonistas que hace que no te identifiques ni te sientas alejada/o de ninguno de ellos, la ausencia de emociones o sentimientos de los protagonistas, la cantidad de veces que repite las cosas (para que te queden claras debe ser), lo anodino del misterio que en realidad no es tal, el poco ritmo de las escenas de acción y el final previsible y poco rico, la novela resulta poco más que algo entretenida a veces y un poco infumable a ratos; objeto claro de lectura rápida, total, si te pierdes o no entiendes algo ya te lo repetirá más veces.

Descargar "El origen perdido", de Matilde Asensi en pdf

1 comentario:

  1. Me parece muy interesante tu sitio lo recorrere totalmente.

    ResponderEliminar