Marbenes

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Ésta soy yo, tenía un mal día...

La Hermandad de la Sábana Santa, de Julia Navarro

He terminado de leer el primer libro publicado de Julia Navarro titulado “La Hermandad de la Sábana Santa”. Me ha resultado entretenido; en general no me arrepiento de haberlo comprado, sobre todo porque me costó 8,95€ en edición de bolsillo, no recomiendo pagar más por leerlo y no está entre los que algún día quiero volver a leer. Pensaba comprarme “La Biblia de barro”, ahora no lo tengo tan claro pero, como éste fue su primer encuentro con la literatura comercial, creo que al final daré una oportunidad al segundo intento.

La historia que nos cuenta, como tantas otras de rabiosa actualidad, está montada sobre oscuras intrigas templarias, aunque en esta ocasión no se trata de un códice o del Santo Grial, sino de la Sábana Santa: unos personajes muy oscuros, quieren robársela a otros, también muy oscuros, que a su vez se la robaron a ellos hace milenios, y éstos, muy poderosos, no permiten que la recuperen; entre medias, unos personajes muy mediocres, descritos como muy inteligentes, con personalidades poco definidas, que descubren el pastel, y total para nada, pues …; pero no, no contaré más, que no quiero estropearos el final.


Se nota que Julia Navarro es periodista. Al menos yo lo he notado, claro que puede ser que piense así porque lo sabía de antemano y porque esté influida ya que conozco la profesión desde dentro, pero no lo creo, creo que se le nota. No todos los periodistas pueden ser buenos escritores de novelas. Hombre, se espera de ellos que sepan escribir, que sepan transmitir a través de sus escritos, los hechos sobre los que se documentan. Al fin y al cabo es sota, caballo y rey, y lo estudian en la universidad; no tienen más que guiarse por lo aprendido y escribir los hechos tal como les han enseñado a hacerlo; como se suele decir, mientras se ajusten a la planilla y a los hechos o las conjeturas, lo de menos es cómo lo cuenten, lo importante es que impacte. Pero eso no implica necesariamente, que sepan hacer literatura novelesca. Pueden ser buenos escribiendo ensayos, pero contando una historia imaginaria, por más que así lo creamos, no tienen por qué ser buenos.


Los personajes, algunos de los cuales no resultan muy creíbles, quedan en un segundo plano frente a la historia, son meros instrumentos que va adaptando, y se nota, para que le cuadre lo que quiere contar, como lo quiere contar. A veces son curiosamente reales, como si cogiera frases y situaciones de su propia vida, y a veces parecen impostores de sí mismos. Me ha dado la impresión de que lo realmente importante para ella era sacar de su cabeza, y transmitirla al papel cuanto antes, la idea que se le había ocurrido. Naturalmente, es muy difícil juzgar desde fuera, y tal vez invirtió mucho tiempo, investigación y esfuerzo en este libro, pero la sensación que me queda es que tal vez lo hiciera como si de un artículo se tratara; sin poner mayor interés en el estilo literario, ni en la creación de los caracteres de los personajes, ni en los diálogos, ni en las descripciones de los sitios donde ocurre la acción, ni en la ambientación de las distintas épocas que son tocadas. Vamos, que ha ido como de pasada sobre todos esos puntos para contar su hipótesis sobre la Sábana Santa. A veces me ha resultado pueril, y otras despreocupada. Como si el libro no fuera más que un medio, como otro cualquiera, de contar la historia de la Síndone que se le había ocurrido. El final es pobre, parece terminado con prisas; ya se sabe, los editores siempre con sus plazos, anulando la creatividad de sus autores.


El ritmo de la novela no es constante, unas veces todo pasa muy rápido, como de puntillas, y otras se recrea en detalles que poco o nada aportan a la historia. Las situaciones, las más de las veces, no son muy creíbles.


La historia en sí, cogida con pinzas, ni siquiera tendría por qué tener, desde mi punto de vista, trazas de intriga. Quiero decir que perfectamente podría ser algo sabido por todos si fuese cierto. Nada tendría de malo, y quizá fuera incluso un consuelo para muchos creyentes, y desde luego un buen punto para la Iglesia Católica. En definitiva, no tendría sentido que nadie se molestase en ocultarlo. Por otra parte, es previsible y, pese a que intenta, al parecer, mantener el secreto hasta el final, éste es patente desde el principio. Quién sabe, quizá sea adrede.

Descargar “La Hermandad de la Sábana Santa”, de Julia Navarro en pdf

2 comentarios:

  1. A mi personalmente de los tres, el que más me ha gustado es el ultimo, el de la sangre de los inocentes. Y bueno yo tambien conozco la profesion desde dentro porque soy licenciada en periodismo aunque hac mcuho que no ejerzo, el primero me gusto, lo vi muy comercial, pienso que habria podido sacar mas, y es verda no todos los periodistas son buenos novelistas pero era su primera novela puedes darle el beneficio de la duda creo yo, ahora te aconsejaria ir directamente a la tercera novela, creo que de la biblia de barro opinaras poco mas o menos lo misma que en esta

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  2. Jajaja, sí, has acertado en tus pronósticos.

    Respecto a la profesión de periodismo, vivo con un periodista y yo misma le ayudo colaborando en su revista con algún que otro artículo. Juro que no lo hago por intrusismo laboral sino por echarle una mano que la cosa está mu achuchá y, como encima es algo que me gusta, no tengo modo de negarme.

    Y, a lo que iba, que me voy por los cerros de Úbeda, es al comentario sobre la característica forma peculiar de escribir novelas que tienen los periodistas, casi diría que reconocible. Muchas veces lo he discutido con mi chico y a regañadientes me da la razón... a veces. En mi opinión ellos escriben dando más importancia al contenido que al continente; es decir, lo importante es que lo que cuentes sea impactante y que lo cuentes de manera sencilla, clara y concisa, que quede bonito y florido es secundario y hasta puede llegar a ser contraproducente para lograr el obejtivo final que no es otro que informar. Y, claro, eso choca con escribir una novela cuyo objetivo no es informar sino contar algo, algo que incluso puede no tener relevancia o un sentido diáfano, porque en una novela lo importante es llegar al lector, aunque en realidad no le cuentes nada importante.

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